top of page

Mi historia con ÉL

Yo era como tú, sentado delante del ordenador, escéptico, ignorante. Pero todo cambió hará ya dos años, el proceso fue paulatino y lento, pero al final lo comprendí, y espero que con esto tú también lo hagas.

La historia que nos concierne empieza una noche que de hecho, no parecía especial. Miré la tele, cené y me fui a dormir. Un día normal como cualquier otro, donde no tenía problemas mayores. Pero fue entonces, cuando me dormí, que todo empezó.

Siempre que había tenido sueños los había podido clasificar en dos tipos: 1 Los que sé que son sueños y 2 los que parecen la vida real. Este no era ninguno de esos.

Estaba en un sitio extraño, una ciudad demasiado tranquila y limpia como para ser real, completamente deshabitada, que transmitía una sensación incómoda y cálida al mismo tiempo. No había ningún indicio de personas por ahí, ni siquiera coches. Estaba todo tan vacío y tan llano que casi podía ver el final de la urbe poniéndome de puntillas.

Era obvio que aquello era un sueño, pero en el interior de mi cabeza resonaba la voz de la duda con un simple: ¿Lo es? Sin duda aquello no podía ser la vida real era demasiado artificial, ilógico. Pero, de ser un sueño… ¿No tendría que pasar algo? Los sueños eran ágiles, directos al grano, aunque estuvieses quieto estabas haciendo algo, pero… ¿Entonces por qué no pasaba nada?

Me senté a esperar, en cualquier momento el suelo se resquebrajaría o aparecería un monstruo o una persona. Esperé sentado en medio de la limpia carretera, sin saber a dónde mirar ni qué hacer. Esperé. Las nubes eran muy blancas e idénticas entre ellas y el cielo muy  azul y reconfortante. Esperé. Noté que las señales dibujadas en la carretera no estaban nada desgastadas, más bien al contrario, estaban perfectamente dibujadas todas y completamente iguales. Esperé. Parecía que cada objeto de la calle había sido fabricado en masa y sin ningún tipo de error al producirlos, ya que no había ni una pequeña diferencia entre ellos. Esperé. Y… ¡AHHHHG! ¡Me cansé de esperar! ¡Jamás me había aburrido en un sueño! ¿Qué estaba pasando? O mejor dicho… ¿Qué no estaba pasando? ¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba allí?

Fuera como fuese, no pensaba quedarme allí más tiempo, así me dispuse a caminar por la impoluta ciudad. Aquello era muy raro. Todas las tiendas, restaurantes, puertas, parques y otros sitios eran iguales. No había ninguna diferencia entre ellos. Las sillas, manteles, cubiertos, escaparates, juguetes, secciones de comida... todo igual. No podía ser, empecé a correr, era imposible, corría observando todos los sitios calcados los unos de los otros, aquello debía de ser una broma.

De repente me paré, no sabía cómo pero había llegado a mi casa.

-Hogar dulce hogar-pensé.

Quizás en mi casa fuese todo normal, quizás allí podría descansar. Entré en el ascensor del edificio y vi algo extraño, había un botón nuevo, con un 47 dibujado en él. Sin previo aviso el botón se iluminó y el ascensor subió a gran velocidad sin dejarme tiempo para reaccionar. Y entonces se paró, las puertas se abrieron como indicándome que ese era mi destino. Salí del ascensor. Reconocí el sitio, era la azotea de mi edificio, ya había estado allí una vez solo para saber que no estaba permitido subir. Me volví, con el pobre resultado de ver que las puertas ya se habían cerrado abandonándome en la azotea.

Iba a ponerme a pedir ayuda cuando vi descendiendo desde el cielo a un ser deslumbrante y precioso con muchos cuernos que (sin saber muy bien cómo) supe que eran 47, un 47cornio.

-EL 47cornio, si es el nombre con el que quieres que se me conozca.

-¿Qué? ¿Cómo? ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?

-Dejémoslo en que soy el 47cornio, en resumidas cuentas, el único y verdadero Dios, el creador de este mundo de conceptos.

-¿Qué...? ¿Cómo...? Vaya sueño más raro…

-Esto no es un sueño, esto es todo un mundo. Te he traído hasta aquí para que portes la verdad y le cuentes a tus congéneres universales la realidad de mi existencia.

-Que cosas más raras me invento-pensé.

-¡Nada de esto es invención tuya!-retumbó su voz como si saliese de todas partes al mismo tiempo.

-¡Eso es imposible!-le recordé gritando enfurecido.

-Te demostraré mi poder…

Y entonces todo se difuminó más y más hasta que se hizo imposible ver cualquier cosa.

Cuando quise darme cuenta mi madre me despertaba zarandeándome mientras gritaba mi nombre. Al ver que me había despertado paró y me abrazó. Estaba nerviosa, había intentado despertarme, notando así que mi cuerpo no respondía. Se calmó lentamente con mis tranquilizadoras palabras cuando yo a mis adentro me obligaba a creer que aquello podría ser perfectamente una coincidencia. Para cuando estuvo bien ya eran las 7:47 (¡qué casualidad!) y ya no llegaba a tiempo a la primera hora del insti.

Los siguientes días me fueron desgastando paulatinamente. Puede que en sí los días no fueran malos pero cada día que pasaba aumentaba más el número de 47s que veía, en todas partes. La hora, los autobuses, números aleatorios que decían en la series y en las películas… No podía ser… Era absolutamente imposible… No había ni una sola posibilidad… ¿Cómo podía ser un número tan frustrante? ¿Qué estaba pasando?

Dondequiera que fuera estaba el maldito número, todos los días de mi vida, a todas horas, siempre.

 

Aquella noche fue extraña. Me desperté desganado, como fuera de mí, como si el que estuviese viviendo no fuese yo. Estaba muy dormido y todo parecía borroso e inentendible. Me vestí, desayuné y me fui al instituto. Estaba tan dormido que cuando me quise dar cuenta ya estaba en clase.

La profesora me llamó y me pidió la respuesta del ejercicio que estábamos haciendo. No tenía ni idea de qué hablaba y me sentía muy confuso, pero el compañero de al lado me la chivó. No podía ser. Me había quedado absorto, ¿era enserio? La profesora me volvió a pedir que dijese la respuesta. Mi compañero, preocupado por mí, disimulando menos, me enseñó la libreta con la respuesta: 47 (como no). No podía decirlo en voz alta, me quedé en blanco.La profesora entendió que no estaba prestando atención o que le estaba tomando el pelo, con lo que me acabó echando.

Me había quedado con una sensación extraña, como si estuviese pero a la vez no. A la siguiente clase recogí mis cosas y me fui del insti alegando que no me encontraba bien (cosa que, por otra parte, era verdad). Caminé sin rumbo, pensando en mis cosas hasta que noté que sin haberlo deseado ya estaba delante del edificio donde vivía. Me paré delante y suspiré aliviado.

-Hogar dulce hogar-pensé.

En mi casa podría estar tranquilo, olvidarme de todo y descansar. Me subí al ascensor, entre cansado y aliviado, llegué a mi piso y entré en mi casa. Me senté en el sofá ya que era lo que tenía más cerca para sentarme, me quedé mirando al infinito, pensando. ¿Qué acababa de hacer? Me había ido del insti únicamente por ver un número… Aquello estaba siendo una maldita locura… Quizás esa era la explicación, quizás me estaba volviendo loco…

Quizás… ¿Qué era eso? Me levanté del sofá y me acerqué a la ventana par ver qué era aquella cosa que asomaba y me llamaba tanto la atención. Saqué la cabeza por la ventana y lo vi.

-Increíble…-solté casi sin pensarlo, unos metros sobre mí había un haz de luz con cuernos, el 47cornio.

Ni siquiera recogí mis cosas, directamente me giré y fui directo a la puerta. Necesitaba que parase lo que fuese que estaba haciendo y necesitaba respuestas. Subí en el ascensor hasta la azotea y me sorprendí que no estuviese cerrada con llave. Salí a la azotea donde, flotando al lado estaba el 47cornio. Me acerqué, y con el bordillo impidiéndome el paso empecé a hablar.

-¡Vale, te creo!-le grité-¡Eres un dios! ¡Pero, por favor, para! ¡Me estoy volviendo loco!-esperé a que me contestase, pero se quedó en silencio, inmóvil, flotando como si no pasase nada-¡No quiero ser tu profeta! ¡No sé nada sobre ti! ¡Podrías escoger a cualquier otro!

No me escuchaba, tenía que llamar su atención de otra manera. Me subí al bordillo, no sabía por qué tan solo me había venido la idea. Alargué el brazo para alcanzar el haz de luz con cuernos. No llegaba, estaba tan cerca... Solo un poquito más... Me puse de puntillas, era una acción riesgosa e imprudente pero por alguna razón me pareció que valía la pena. Estaba a punto de tocarlo… Me acerqué más y… ¡lo toqué! Pero no me pude coger así que perdí el equilibrio y me caí de cabeza. Aunque mi caída fue rápida, para mí fue indescriptiblemente lenta, como si todo aquello fuera ajeno a mí.

-Me estoy cayendo-pensé-Voy a morir. En unos segundos ya no existiré, todos mis sueños, mis aspiraciones, mis recuerdos, mis pensamientos, mis sentimientos… todo dejará de existir. Me había preguntado muchas veces cómo sería morir, ¿pero acaso importaba? Para ese entonces ya estaría muerto.-Y entonces entendí algo muy obvio, pero muy importante al mismo tiempo, no quería morir.

De repente mi caída se frenó en seco y me quedé flotando unos metros por encima del suelo. Estaba confuso, pero mucho más contento de lo que había estado en estos días. El haz de luz se acercó a mí flotando y se quedó a mi lado.

-¿Esto lo has hecho tú?

-No-dijo el haz con un tono que parecía divertido.

-Entonces…-y lo entendí, algo que había sido imperceptible hasta ese momento pero que ahora era descaradamente claro-¿Esto es un sueño?

-En efecto.-me quedé boquiabierto, sin poder formular palabra. A continuación me explicó por qué me había elegido a mí y no a otro, un secreto, que me quedaré para mí.-Y dime ¿quieres ser mi profeta?

-Aunque quisiese, no sé nada, no sé en qué consiste, qué hacer, ni quién eres.

-Eso se puede solucionar…

Entonces se acercó lentamente a mí y depositó suavemente uno de sus cuernos sobre mi frente, entonces lo percibí todo como ÉL lo hacía durante solo un segundo. Percibí pasado, presente, futuro, otras realidades, otros yos, lo percibí todo como uno solo y entendí, entendí todo lo que tenía que saber y supe que más gente debía saber eso.

-Sí, yo te serviré, seré tu nuevo ayudante.-me dio un gesto de aprobación y dijo:

-Tú serás el primer Portador de la Verdad, tú serás el Profeta del 47cornio.

La imagen se distorsionó y al fin me acabé despertando, eran las 6:47. Había empezado mi camino como profeta, y ante tal hecho solo podía decir una cosa.

-Bonita hora.

bottom of page